A pesar de las afirmaciones de la industria de biotecnología y la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés), hasta el día de hoy no se ha demostrado que los alimentos GM sean seguros. La FDA no realiza sus propios estudios sobre productos transgénicos. Lo único que hace es aceptar estudios hechos por las compañías de biotecnología sobre sus productos GM ( Genéticamente Modificados). La mayoría de estos estudios son información confidencial empresarial, y por lo tanto no están sujetos a escrutinio público.
"El consultar la FDA sobre la seguridad de alimentos transgénicos es un ejercicio puramente voluntario, en el que la agencia recibe resúmenes sin datos y conclusiones sin fundamento", dice el investigador Jeffrey Smith en su excelente libro Genetic Roulette (Ruleta Genética). "Si la compañía alega que sus alimentos son seguros, la FDA no tiene más preguntas. Por lo tanto, se aprueban para venta variedades transgénicas que nunca fueron alimentadas a animales en estudios de seguridad rigurosos y probablemente nunca a humanos tampoco." La FDA "depende casi totalmente de la notificación voluntaria de las compañías de biotecnología de que llevaron a cabo su propia evaluación de seguridad de los cultivos GM que quieren difundir comercialmente", según los científicos húngaros Arpad Pusztai y Susan Bardocz. "La FDA no tiene laboratorio propio y nunca subvenciona la seguridad de cultivos y alimentos transgénicos".
La agencia llevó a cabo sus propias pruebas sobre alimentos GM sólo una vez. Los documentos ahora desclasificados de esta investigación muestran que los científicos de la agencia estaban divididos en cuanto a la seguridad de estos productos y que algunos de ellos abiertamente expresaban reservas acerca de ellos. Sin embargo la FDA aprobó los alimentos transgénicos para uso de consumidores. La literatura científica publicada sobre las implicaciones de salud humana de alimentos GM consiste de apenas más de 20 estudios, un número alarmantemente bajo. En un estudio publicado en Nutrition and Health, I.F. Pryme y R. Lembcke observan que los estudios sobre alimentos transgénicos que no son financiados por la industria tienden a encontrar problemas con serias implicaciones para la salud humana, mientras que los que son financiados por la industria nunca encuentran ningún problema. Un informe de William Freese y David Schubert titulado "Safety Testing and Regulation of Genetically Engineered Foods" (Biotechnology and Genetic Engineering Reviews, 2004) concluye que el proceso de evaluación de alimentos GM en Estados Unidos no es efectivo, ya que se basa en investigación pobre y premisas erróneas.
Las pocas instancias en las que pruebas de seguridad realizadas por la industria han salido a la luz pública han dado bastante razón para uno preocuparse. El 22 de mayo de 2005 el periódico inglés The Independent reportó la existencia de un informe secreto de la compañía de biotecnología Monsanto sobre su maíz transgénico Mon 863.Según el informe, de 1,139 páginas, ratas alimentadas con este maíz por trece semanas tuvieron conteos anormalmente altos de células blancas y linfocitos en la sangre, los cuales aumentan en casos de cáncer, envenenamiento o infección; bajos números de reticulocitos (indicio de anemia); pérdida de peso en los riñones (lo cual indica problemas con la presión arterial); necrosis del hígado; niveles elevados de azúcar en la sangre (posiblemente diabetes); y otros síntomas adversos. Portavoces de Monsanto aseguraron que la compañía haría público el informe, pero no lo hizo de buena gana, alegando "confidencialidad", y al principio sólo publicó un sumario de once páginas. No fue sino hasta que un tribunal alemán ordenó su divulgación unos meses después que el texto entero fue hecho público.
¿Qué más se puede esperar de una compañía como Monsanto? El excelente documental Le Monde Selon Monsanto ("El Mundo Según Monsanto") de la cineasta francesa Marie Monique Robin, muestra cómo esta corporación ha pasado décadas negando responsabilidad por los horrendos daños a la salud ocasionados por el Agente Naranja, defoliante tóxico que ésta fabricó y que se utilizó extensamente en la guerra de Vietnam. También se presenta en el filme el caso del pueblo de Anniston, en Alabama, EEUU, el cual sufrió por décadas de contaminación de sustancias tóxicas conocidas como PCB vertidas por Monsanto, contaminación que la compañía pretendió encubrir. En el curso de la batalla que la comunidad de Anniston dio en corte salió a luz un memorando interno de la compañía que decía "No nos podemos dar el lujo de perder un solo dólar de ganancia" (We can't afford to lose one dollar of business).
Cabe preguntar entonces, ¿Habrá otros transgénicos nocivos que la industria de biotecnología nos está dando de comer a sabiendas de que son dañinos?
La presencia furtiva de maíz transgénico en México, donde está prohibido por ley, fue reportada por primera vez por los científicos de la Universidad de California Ignacio Chapela y David Quist en la revista Nature en 2001. Científicos y institutos pro-industria llevaron a cabo una campaña de gran envergadura para desacreditar los hallazgos de Chapela y Quist, pero en 2002 un estudio comisionado por el gobierno mexicano encontró que 95% de los campos de maíz en los estados de Oaxaca y Puebla tenían contaminación genética.
Si estos alimentos son tan seguros, ¿por qué se opone la industria a que vayan etiquetados para que los consumidores puedan identificarlos y usar su criterio para decidir si los quieren comprar o no? Los argumentos de las compañías en contra del etiquetado no son ni remotamente convincentes. Simplemente no confían en su propio producto y tampoco confían en la inteligencia del consumidor. Quizás se oponen porque sin etiquetado no puede haber trazabilidad, y sin trazabilidad no se puede asignar responsabilidad si alguno de estos alimentos transgénicos resulta tener efectos imprevistos.
Las denuncias y cuestionamientos aquí presentados no constituyen oposición a toda biotecnología, como creen erróneamente algunos. Es simplemente un reclamo de que se salvaguarde la ecología, la salud humana y el interés público en el desarrollo de esta y cualquier otra nueva tecnología. Los biotecnólogos no tienen por qué considerar inoportunos los planteamientos aquí expuestos, si son los mejores intereses de la humanidad lo que les motiva. Si lo que les motiva es el lucro y la ambición entonces se puede entender su molestia.
REFERENCIAS: Smith, Jeffrey. "Genetic Roulette: The Documented Health Risks of Genetically Engineered Foods".
Robin,MarieMonique.LeMondeSelonMonsanto. http://www.arte.tv/lemondeselonmonsanto.Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés)
Nutrition and Health, I.F. Pryme y R. Lembcke
Safety Testing and Regulation of Genetically Engineered Foods" (Biotechnology and Genetic Engineering Reviews, 2004) Revista Nature
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