Imposible atravesar la vida sin que un trabajo salga mal hecho, sin que una amistad cause decepción, sin padecer algún quebranto de salud, sin que un amor nos abandone, sin que un ser querido parta de este mundo, sin equivocarse en un negocio. Ese es el costo de vivir. Sin embargo lo importante no es lo que suceda, sino cómo se reaccciona. Uno crece cuando no hay vacío de esperanza, ni animo de hacer, ni perdida de fé. Uno crece cuando acepta la realidad y tiene aplomo de vivirla. Cuando acepta su destino, pero tiene voluntad de trabajar para cambiarlo. Uno crece asimilando lo que deja por detrás, construyendo lo que tiene por delante y proyectando lo que puede ser el porvenir. Crece cuando supera, se valora, y sabe dar frutos. Uno crece cuando abre camino dejando huellas, asimila experiencias ¡y siembra raíces! Uno crece cuando se impone metas, sin importarle comentarios negativos, ni prejuicios, cuando da ejemplos sin importarle burlas, ni desdenes, cuando cumple con su labor. Uno crece cuando se es fuerte por carácter, sostenido por formación, sensible por temperamento… Uno crece cuando enfrenta el invierno aunque pierda las hojas. Recoge flores aunque tengan espinas y marca un camino aunque se levante polvo. Uno crece cuando es capaz de afianzarse con residuos de ilusiones, capaz de perfumarse, con residuos de flores ¡Y de encenderse con residuos de amor! Uno crece ayudando a sus semejantes, conociéndose a si mismo y dándole a la vida más de lo que recibe. Uno crece cuando se planta para no retroceder. Cuando se defiende como águila para no dejar de volar. Cuando se clava como ancla y se ilumina como estrella.
“Entonces…Uno Crece”
Equipo Siendo Humanos..
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