Mientras usted lee estas líneas, al otro lado del mundo, en Japón, da inicio una temporada anual que se extiende hasta marzo y en la que morirán cerca de 23,000 delfines. No por causas naturales, contaminación ni, mucho menos teorías “darwinianas”, sino por la mano humana.
Esta cruda realidad es expuesta en el estupendo y perturbador documental The Cove ,dirigido por Louie Psihoyos y que podría acabar con su sueño de nadar con los delfines o, al menos, alterar esas próximas vacaciones cuya agenda incluía verlos realizar espectaculares actos acrobáticos en algún parque acuático.
Verá, tal y como explica la figura protagónica del documental, el renombrado entrenador de delfines Richard O'Barry, quien por años trabajó para la serie televisiva Flipper a cargo de los animales mamíferos, que “la perpetua sonrisa del delfín es el mayor engaño de la naturaleza porque nos hace pensar que siempre están contentos . Esto no quiere decir que los empleados de los centros que albergan estos animales los están maltratando, pero quizás inconscientemente están formando parte de un espantoso círculo vicioso que comienza en el pueblo de Taiji, Japón.
Por décadas, los pescadores de Taiji han guiado con sus botes a cientos de delfines hasta la costa donde los acorralan con redes. Allí, decenas de personas de varios países pagan hasta $150 mil por cada uno de los que se llevarán para lucrarse de la multimillonaria empresa en la que se ha convertido el nado con delfines. Los comprados son los afortunados. Los que se quedan son inhumanamente masacrados con arpones en una pequeña bahía tan protegida como una base militar. Sus tóxicas carnes, cargadas de mercurio, son vendidas para el consumo humano, pero la mayoría de los japoneses no saben que se las están comiendo.
Escuchar la risa de pescadores japoneses que pintan de rojo la bahía de Taiji al desangrar cientos de delfines que matan anualmente para consumo produjo en mí coraje e indignación. A simple vista, la bahía de Taiji es hermosa y su agua es turquesa. Sin embargo, allí se oculta una de las prácticas más viles que puede hacer el ser humano a estas alturas de la historia: matar a delfines con arpones en una bahía en la que se acorralan delfines bebés y adultos. La vocalización de esos delfines bebés y de los adultos que se comunican entre sí antes de la matanza es un vaticinio, un grito de auxilio para que los seres humanos actuemos y lo evitemos.
El documental The Cove, produjo en mí una reacción similar a la que provocó An Inconvenient Truth, de Al Gore.
Me acosté y consulté con mi almohada: ¿qué puedo hacer yo, para que la gente tome conciencia, denuncie y se comprometa a actuar individualmente en contra de estas horribles prácticas?
La matanza de los delfines en Taiji es la segunda fase; la primera incluye el acorralamiento de los delfines en una bahía mediante la utilización de redes. Hasta allí llegan entrenadores de delfines de parques acuáticos de diversos lugares del mundo para seleccionar a aquellos que les parezcan con más potencial artístico.
A esos seleccionados les toca la agonía del cautiverio. A los demás que quedan en la bahía los asesinan con arpones y los venden para consumo humano, a sabiendas de las peligrosas concentraciones de mercurio que tiene la carne de delfín.
Como ha dictado la historia y como pasa con otros asuntos ambientales, es muy difícil guardar la esperanza de que las naciones se pongan de acuerdo para prohibir totalmente dicha práctica, pero nosotros podemos actuar.
Los invito a adoptar mi compromiso.
Si algún día tengo un hijo, no lo llevaré a un parque acuático, porque pensaré en que ese delfín pudo ser seleccionado en Taiji y que su hermano pudo ser asesinado. Sé que se pagó por él $150 mil dólares en un sucio negocio de lucro personal. Sabré que detrás de esa sonrisa natural del delfín hay sufrimiento, falta de alimentación y una profunda añoranza de su hábitat natural. Cuando vaya al supermercado no compraré latas de atún, ya que en la pesca de éste también caen delfines y tortugas y eso pudiera terminar en mi emparedado. Yo no quiero envenenarme con mercurio. ¿Y usted?
Para ver el trailer del documental hacer clic en el link http://www.youtube.com/watch?v=4KRD8e20fBo
Sara M. Doll, Mario Femenías , Primera Hora.com
5 comentarios:
Delfines, tiburones y ballenas, los japoneses se apoyan de que no tienen otro medio mejor para alimentar a su país, al tener poco terreno, tienen poco ganado y poca agricultura, para la excesiva demanda, la solución debería estar en las naciones unidas…en fin Alvaro, aprovecho para saludarte.
la matanza de delfines y otras especies es una crueldad y pensar que no solo sucede en Japón.. me uno a tu noble compromiso!...
Saludos desde la comunidad PTB, ya te sigo..^o^
No había visto este tema desde este punto de vista. Gracias por la información.Un saludo.
Muchas gracias por informar de esta situación a las personas, estuve siguiendo este documental así como los demás y grité de emoción cuando ganó el oscar!!! espero que esto les ayude a los productores y los que participaron en el documental a parar esta imperdonable matanza y daño que le están haciendo al ecosistema...como ocurre en Costa Rica con la matanza de los tiburones... dentro de la tristeza de ver estos temas al menos hay esperanza de que ya empiece a terminarse esta tortura para los delfines y otros animales! y sobre todo se difundan más estos tipos de documentales y especialmente en los mismos japoneses empiece este examen de conciencia...como en China el mayor consumidor de aletas de tiburón muchas personas en sus bodas ya no piden platos preparados a base de la harina de las aletas al saber que la venta de aletas de tiburón es la tercera mafia mas grande del mundo después del tráfico de drogas y de humanos...esperemos que ya empiece un cambio, yo haré lo mismo si llego a tener hijos no los llevo a un parque acuático y ojalá que todos podamos dar a conocer mas casos como estos! Sapphira
Japon o los japoneses son verdaderos montruos no tienen ningun respeto ni empatia por la vida, me da mucha rabia, hay que empezar por tratar de no comprar sus productos y divulgar sus actos de tan salvajes
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