Por Álvaro Leiva
Desde finales de la década de los 60s, el ser humano inició, formalmente, con el denominado Club de Roma, una serie de cuestionamientos acerca de la viabilidad a largo plazo de ése modelo industrial de producción en masa incesante que se había venido practicando en el mundo occidental. Fue entonces cuando el mundo se entero de una grave realidad: ése tan preciado crecimiento económico no podía ser infinito, ya que la naturaleza lo limita mediante la oferta de recursos.
Pasaron casi 2 décadas de discusiones sobre el tema, hasta que
Un concepto, a mi parecer, bastante ambiguo y poco aplicable a la realidad. Pero sin embargo, 5 años después de Brundtland, en 1992, y con pequeñas modificaciones conceptuales, el desarrollo sostenible fue tomado por los países miembros de
16 largos años han pasado de este hecho que se suponía cambiaría el rumbo de la historia de la humanidad. 16 años de nuevas metas, de nuevos compromisos, de nuevas estrategias y nuevas reuniones. 16 años en los que se formularon los objetivos del milenio, se diseñaron estrategias para prevenir el cambio climático y después, al ver que era irreversible dicho proceso, se diseñaron estrategias para adaptarse al ya inminente cambio climático.
En fin, 16 años han pasado en los que ya deberíamos estar al menos un poco avanzados respecto a todo eso que la teoría nos dice que es el desarrollo sostenible (para referencias detalladas buscar en google), y sin embargo, poco o nada -yo diría mas bien nada- sabe el grueso de la población respecto a desarrollo sostenible. No es de extrañar, ya que para nada somos los únicos. El mundo ha durado 16 años discutiendo, en el mejor de los casos, como aplicar el desarrollo sostenible. Incluso hay quienes polemizamos respecto al concepto y su real viabilidad y conveniencia.
Sin embargo, si existe un consenso entre la mayoría de la comunidad ambientalista a nivel mundial, éste es la necesidad cada vez mas urgente de tomar medidas preventivas que permitan hacer de la vida del ser humano una actividad cada día mas ambientalmente amigable.- Paradójicamente, éste es el punto en el que menos se ha trabajado o incluso discutido.
En primera medida, el desarrollo sostenible y, en general, todas las políticas ambientales casi a nivel mundial, se toman verticalmente, desde lo alto de la jerarquía política y económica, sin ninguna consulta y con la única divulgación mediante la multa. Casi como a manera de chiste, en la mayoría de éstas políticas se habla del "importante papel" que la sociedad tiene en su aplicación... sin palabras.
En segunda medida, la educación ambiental es en este país apenas como un espejismo. Salvo contadísimos casos, en colegios y escuelas la educación ambiental se limita a sembrar un árbol o fabricar una hoja de papel reciclado. Estas actividades, aunque tienen su importancia, son apenas pequeñas bases de lo que debería ser un sistema educativo integral, de carácter crítico y científico, donde el estudiante mismo forme sus criterios antes de repetir conceptos sin contextualización.
En tercera medida, esta sociedad de "necesidades creadas" ha venido entrando en un consumismo salvaje del cual muy poca gente comprende sus consecuencias, e incluso, y me apena decirlo, muchos de los que comprenden un poco dichas consecuencias, prefieren ignorarlas en virtud de un estatus social o apariencia económico.
Como cuarto y ultimo punto, consecuencia directa del anterior, vivimos en una sociedad donde prima el valor exterior sobre interior, lo material sobre lo espiritual, y las apariencias sobre la realidad. En este sociedad el "buen padre" es el que llena de regalos a sus hijos, el "buen amigo", es el que "se deja ver" con regalitos. Algo así como que es socialmente aceptado aquel que demuestra un amplio poder adquisitivo, obviamente a través del consumo.
Pero entonces, si tras 16 años de medidas, metas, objetivos y políticas en torno al desarrollo sostenible, el cambio fundamental de la sociedad moderna hacia una vida ambientalmente amigable no se ha dado, y por el contrario, se continua insistiendo en el mismo modelo económico de la producción en masa a bajo costo (caso china, lejano oriente en general).
Si observamos la teoría capitalista, esparcida en menor o mayor medida por todo el mundo, tenemos que el motor del aparato productivo y de la economía es la demanda, ejercida por los consumidores. Por tanto, todo cambio en el modelo debería generarse desde la demanda misma.
Como una última reflexión.
Es tiempo de formar a una población orientándola hacia un consumo racional, respetuoso del ambiente, con una educación para el desarrollo sostenible, el cual es en realidad la meta de la educación ambiental. Esto implica la necesidad de incluir los programas en la planificación y en las políticas generales elaboradas a través de la efectiva participación social y el apoyo de los medios de comunicación. La educación ambiental así entendida puede y debe ser un factor estratégico que incida en el modelo de desarrollo establecido para reorientarlo hacia la sostenibilidad y la equidad.
1 comentario:
Hoila amigo. Buen artículo. Felicitaciones
Publicar un comentario