Frente al semáforo, una nube de pibes se abalanzó para limpiar los parabrisas de los que habíamos frenado. No tenían demasiado tiempo. Entre el corte de la señal roja y la verde, de algunos segundos, se jugaban la posibilidad de parar la olla. Y seguramente, no todos los que esperábamos lo podían admitir. Mientras pasaba el secador, le pregunté al chico si él iba a la escuela y su respuesta fue presurosa: "Me falta llegada".
Esta frase que el pibe me devolvió, no me dejó avanzar muchas cuadras más. Tuve que estacionar, sacar una libreta de apuntes de la guantera… y escribir. Lo único que se me ocurrió fue escribir…
En el espacio terrestre en el cual vivimos, ya no existe alguna manifestación social que no tenga que ver con una carrera por alcanzar algo. En la olimpíada de Beijing se busca superar todos los tiempos anteriores, desde la carrera de los cien metros hasta el salto en alto, pasando por el golf. Se tiene la impresión de que en todos los deportes se está llegando al límite del esfuerzo humano por lograr triunfos. (Tal vez de allí los estimulantes, cada vez más en uso).
"Me falta llegada"
Pero no sólo en el deporte ocurre esto. Los automóviles deben ser cada vez más veloces y hoy, ver pasar por cualquier ruta un bólido a 190 kms por hora, es cosa de todos los días. Los aviones y las naves espaciales deben siempre superar la velocidad de la generación anterior (o no venden pasajes). En el agro argentino tienen que modificar la calidad genética de la soja para un crecimiento ultrarrápido y usar fertilizantes químicos para lograr cuatro cosechas al año (naturalmente para maximizar las ganancias). La juventud exige que Internet funcione a una velocidad descomunal, porque ya les queda lento el desfile de bits. Los periodistas radiales hablan a una velocidad tan febril que ya no se les entiende ni jota. Y cuando la gente regresa del trabajo hecha un guiñapo y se sienta a descansar en un sillón frente a la TV, desde el autocontrol desata una carrera tan atropellada por el zapping, que no le permite encontrar el sosiego buscado, sino todo lo contrario."Me falta llegada".
¿Qué es lo que está ocurriendo con la prisa que desarrollamos cada vez más frenéticamente? Muchos dicen que la competencia nos obliga a alcanzar más rápidamente los objetivos. Pero los más reposados, afirman que en realidad estamos escapando de un fantasma que nos persigue y tememos que nos alcance. ¿Qué es esa imagen que nos persigue? Tal vez el espectro del temor sea quedar des-actualizado frente al avance del mundo. O en todo caso, ser expulsados de la actividad laboral, por la obsolecencia de las profesiones o habilidades. Parece que los chinos simplificaron y lograron comprimir tanto el tiempo que tenemos la impresión de que todo lo que se fabricó el día anterior, ya es un cascajo el día después y tiene que ser descartado por chocho.
"Me falta llegada".
El "tren bala" que se está desarrollando en varios países es la prueba más cabal de la insolente rapidez con que algunos pocos pretenden llegar antes que nadie. Ese tiempo que, al comprimirse, se ha convertido en oro, ha hecho surgir a sectores privilegiados de la sociedad para quienes una ganancia de minutos, al llegar antes, significa un lucro importante; por lo que, de este modo, el vértigo de la premura goza de prioridad absoluta. Por analogía, quizá podamos llegar a la conclusión que si la alta velocidad de los trenes y automóviles es la alta velocidad de los negocios, seguramente la prisa que se está imprimiendo a las relaciones humanas, es la prisa por convertir el tiempo en moneda contante y sonante."Me falta llegada".
Teniendo en cuenta que el planeta sigue girando al mismo ritmo y una hora sigue teniendo 60 minutos la pregunta que nos hacemos es: ¿qué beneficios aporta la aceleración de las relaciones humanas? Y entonces descubrimos que la respuesta depende de si la pregunta se le hace a los dirigentes o a los dirigidos. Para los primeros significa "progreso", esto es, que los rápidos se coman a los lentos. Para los segundos, sin apuros por respuestas, creemos que si la velocidad se sigue concentrando igual que la riqueza, entonces la lentitud y la pobreza se difundirán junto con el despilfarro energético, la dilapidación de recursos, el desequilibrio territorial, los cultivos transgénicos, y lo que es peor de todo, seguirá creciendo la exclusión social y la neurosis de una sociedad desencontrada.
De algún modo, si se tiene en cuenta el escaso tiempo comprimido entre los cortes de luz de los semáforos, decir "me falta llegada" es una respuesta desnuda pero realista.
1 comentario:
Hola Alvaro, te invito a que visites este post y si deseas, contestes el meme. Por favor menciona el post original de la invitación, de AleMamá. Muchas gracias.
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