Nunca entendemos bien la expresión "los demás".
Dejémosla para cuando deseemos ferviente y absurdamente arruinarnos la vida; porque "los demás" significa lo mismo que cuando uno ve algo que sobra: decimos "está de más".
Y los demás no están de más! Esa expresión podría utilizarla un ego desdeñoso que se ha subido al trono de su propia soberbia, o bien alguien a quien "los demás" le han lastimado, y decidió aislarse.
Pero no hay caso... el aislarse es ilusorio, pues no somos islas: somos continentes. Somos continentes porque contenemos dentro nuestro la Vida misma, una Vida que necesita descubrir de qué está hecha. Y para ello le hará falta algo indispensable: los demás.
Necesitamos de los demás porque cada uno de nosotros es como un instrumento de cuerdas: los demás, con sus dedos invisibles, van tocando éstas o aquéllas. Así, algunos sacan de nosotros canciones infantiles, otros melancólicas, torpes o enojosas...
Pero muchos de ellos saben tañir en nuestras cuerdas melodías que nunca habríamos imaginado albergar: las despiertan, y nos volvemos palpitantes cajas de música.
A su vez, los otros también necesitan de nuestros dedos invisibles para que descubramos qué notas guardan íntimamente. Sólo así podemos aprender todos de todos.
Apartarse de los demás es como decidir ser un arpa muda:¡qué desperdicio!
Empecemos por algo práctico: ¿ves eso que cuelga debajo de tus hombros, a los costados de tu torso? Sí, eso que llamamos "brazos". Aislarse es actuar como si sólo se hubiesen hecho para portar un par de manos. Sin embargo nos fueron dados para algo tanto o más importante:
ABRAZAR.
Abrazar con ternura, con amistad, con pasión y con compasión, con necesidad de consuelo, con algarabía, con desesperación, con despedida y con bienvenida... abrazar. Quien no abraza padece hambre de contacto. Quizás haya en el mundo más sufrientes de este hambre que de la otra...
Entonces... hoy, mañana, cada día: abrazar al otro sin pudores. Sorprenderlo con el abrazo. Refugiarnos por un instante el uno en el otro. Hacer circular por el mundo un abrazo replicado, que se repita como un eco en cada casa, en cada ciudad, en cada país...Hagamos de ello una costumbre gentil y lúcida, para recordar que los demás... no están de más. Nunca lo estuvieron.
En alguna rara ocasión. Mi soledad se llena de prójimas Y mis brazos abrazan y abrasan Mi memoria viaja de noche en noche; mis jardines, de amanecer en amanecer.
De todos los puentes cruzo el más frágil: el que une tu desolación con mi consuelo y mi consuelo con tu desolación. Acaricio los pinos antes de que en el próximo vendaval besen el suelo.
Aleluya.
Cuando encuentre la verdad aún estaré a tiempo para llevar a mi infancia conmigo y clavarla como un afiche en la pared de la cocina. Nos vamos para volver volvemos para irnos de nuevo. El tiempo es un viaje de escalas infinitas donde aprendemos y enseñamos algo."
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