Por otro lado, existe un compromiso creciente por cuidar el entorno, respetar el medio ambiente y contribuir a la protección de la capa de ozono. Por ello, si sumamos el interés por cuidar la salud a través de la alimentación a la preocupación por preservar el entorno natural, llegamos a la agricultura ecológica. Una alternativa a la convencional ante el problema que supone ésta para la tierra y el medio ambiente en general, y una forma de producir unos alimentos 100% naturales.
Mejora la salud
La agricultura convencional utiliza numerosos productos para matar a insectos y otras plagas, otras plantas que surgen junto al cultivo, combatir enfermedades, alterar el crecimiento..., todos estos productos no son inocuos, aún en dosis mínimas. Tampoco sus efectos a largo plazo y los de sus infinitas posibles combinaciones en nuestro organismo. La agricultura ecológica o biológica los evita.Contribuye a mantener la salud de los agricultores y consumidores, al no utilizar biocidas ni semillas transgénicas, y producir alimentos equilibrados en nutrientes.Los alimentos ecológicos, cultivados sin uso de agroquímicos, respetando los ritmos naturales, sin aditivos, son equilibrados y muy ricos en nutrientes.Los cereales integrales, convenientes en la dieta por su riqueza en fibras y minerales, deben ser biológicos. Si no es así, y han sido cultivados con pesticidas, éstos quedan en mayor proporción en las cascarillas exteriores, por lo que resultan más peligrosos que los refinados.Con los alimentos ecológicos se recupera el verdadero sabor de los alimentos. Además se conservan mejor que los convencionales.
Con alimentos ecológicos se protege la agricultura
Contribuye a mantener el patrimonio genético, ya que para dejar de usar plagicidas es imprescindible que las plantas que se cultiven sean rústicas, adaptadas al lugar, es decir, autóctonas,devuelviendo a la agricultura su papel de transformadora de energía solar en energía alimentaria.El compost, como base de fertilización, hace del suelo un medio adecuado para albergar vida y alimentar a los microorganismos que en él habitan, que son los que van a poner a disposición de la planta los elementos que necesita para su correcta alimentación. La fertilización química mata la vida microbiana del suelo.
Protege el medio ambiente
Fertiliza la tierra y frena por tanto la desertificación.
Favorece la retención del agua y no contamina los acuíferos.
Fomenta la biodiversidad.
Mantiene los hábitats de los animales silvestres, permitiendo y favoreciendo la vida de numerosas especies.
No sólo no contamina, sino que contribuye de manera eficaz a la descontaminación del aire, el agua, el suelo, la flora y la fauna, hoy envenenados por la agricultura y ganadería intensivas.
Al consumir alimentos ecológicos se contribuye a extender su cultivo y, por tanto, a evitar la contaminación de la tierra, las aguas y el aire.
Por una sociedad más justa
La agricultura ecológica mantiene la población rural con una base real e independiente en cuyo contexto sí que son válidas opciones como el turismo rural, que por sí solas son insuficientes y contribuyen a dar por sentada una situación: la desaparición del agricultor.
Preserva por tanto la vida rural y, a su vez, la cultura y tradición campesina.
Permite la soberanía alimentaria. Es decir, la producción, el comercio y el consumo local, como bases de la economía de las regiones.
Impulsa la creación de puestos de trabajo en el campo, ya que la agricultura ecológica requiere por sus propias características del trabajo y de la presencia de los agricultores.
Devuelve al campesino la gestión de sus tierras, le libera de la dependencia de las grandes empresas y transnacionales de semillas y fitosanitarios.
Demandar alimentos ecológicos es una elección responsable que puede lograr cambios en la actividad de empresas y administraciones, impulsándolas hacia métodos y productos más respetuosos con el medio y la salud de todos.
La agricultura ecológica se complementa con el desarrollo de una nueva industria alimentaria, que elabora verdaderos alimentos biologicos sanos y nutritivos, no meros comestibles desnaturalizados. No utiliza aditivos de síntesis, que sólo tienen interés para que el industrial pueda almacenar indefinidamente, ocultar la falta de sabor y mala textura que tienen los productos obtenidos con las técnicas de la agroquímica, comercializar productos en lugares lejanos a base de costosos transportes, fomentando el despilfarro y la extravagancia.
Para una verdadera economía
Los alimentos ecológicos no resultan más caros para la economía familiar. Protegen mejor la salud de la familia y, además, su contenido en nutrientes por unidad de peso es superior al de los convencionales, por ello cubren mejor las necesidades con menor cantidad que los otros.Según datos oficiales, el 60% de las enfermedades degenerativas están relacionadas con la comida. El consumo generalizado de alimentos biológicos, supondría un gran ahorro tanto para las familias como para los gobiernos.En un alimento no biológico, para obtener cada caloría se gastan en producción, preparación, transporte, etc. 10 calorías, procedentes de fuentes no renovables. Con el consumo de alimentos ecológicos se contribuye al ahorro de energía y al reciclaje.
El costo de la agricultura industrial o agroquímica es, si se internalizan los costos de producción y descontaminación posterior que conlleva, es mucho más cara para los contribuyentes y los gobiernos. Desde esta visión global de la economía, la agricultura ecológica es una forma de producción que no sólo contempla los aspectos relacionados con la salud y el medio ambiente, sino que además regenera y enriquece el patrimonio del agricultor y por tanto de la naturaleza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario