Un fundamento común: la no-violencia, el cuidado por los últimos.
Por Álvaro Leiva
El 30 de enero del 1948 fue asesinado Mohandas Karamchand Gandhi, artífice de la independencia de la India, uno de los personajes más significativos del siglo XX, en el nivel político, cultural y religioso. Desde entonces su memoria permanece y ha crecido, no sólo en su patria, sino en todo el mundo, como signo de dialogo espiritual y de no-violencia activa.
Aquí sólo quiero recordarle como un hombre religioso, abierto al diálogo social, al encuentro de las religiones, desde sus raíces hindúes. Más que una paz de teorías, buscó una paz práctica, social y religiosa. Quiero recordarle al lado de su esposa Kastubai, que fue su amiga y educadora, la que le enseñó la más hondas lecciones de no-violencia, que le precedió en la muerte, más dolorosa aún que la suya, en una cárcel, poco antes de la independencia (y partición) de la India.
Experiencia básica. Básicamente fue un hindú y sus dos grandes modelos fueron Krisna y Rama, avataras de Vishnu. Pero, al lado de ellos, supo venerar también a Buda y a Cristo, y recibió la herencia pacífica de los jainas de la India, siendo amigo de muchos musulmanes. Dicen que en su mesilla de noche solía haber dos libros: la Bhagavad Gita (el breviario de la devoción de Krisna) y el Evangelio de Juan. Al lado de ellos podía encontrarse las escrituras del Budismo.
Pertenecía a una familia de ricos comerciantes (Vaisas) y políticos de Gujarat, en la India, había estudiado en Inglaterra, fue de trabajo a Sudáfrica, donde había muchos compatriotas suyos. El año 1893, viajando en un tren en Sudáfrica, iba leyendo tranquilamente un libro, en un departamento de primera, dejara aquel vagón fuera a la cola del tren, a los departamentos de tercera. Gandhi se negó a moverse. Pero las autoridades del tren le sacaron del departamento de primera, le golpearon y le arrojaron fuera del tren. Mientras yacía en el suelo, en medio de un frío helador, examinó sus opciones y advirtió que podía escapar, volviendo de nuevo a la India o enfrentarse, entrando en un movimiento revolucionario violento en la misma Sudáfrica, o responder de un modo pacífico, en línea de oración, a través de una protesta no violenta. Optó por la acción cultural y social, de tipo no violento.
Cinco pilares.La visión de Gandhi se hallaba influida por las verdades centrales de las grandes religiones, especiadamente las del hinduismo (Bhagavad Gita). Su vida estuvo movida por un programa en cinco puntos que, según decía, se correspondían a los cinco dedos de su mano, un programa que él no pudo cumplir, pero que sigue siendo fuente de inspiración para millones de personas:
1. Igualdad para los intocables: Justicia humana. Dentro de una India dividida en castas, la libertad sólo es posible donde se cultiva la igualdad, elevando y acogiendo a los expulsados religiosos y sociales, económicos y culturales. No logró cumplir plenamente su programa y, aunque jurídicamente han sido liberados, sigue habiendo en la India y en todo el mundo millones de intocables (de castas inferiores, leprosos y enfermos, pobres y rechazados). Ante de todo diálogo religioso en plano espiritual debe hallarse el compromiso de acoger a los expulsados sociales, en clave personal, cultural y social.
2. Hilanderías. Justicia económica. La India ha sido siempre un país vinculado a la producción de tejidos derivados del algodón. La nueva industria textil, procedente de Inglaterra, ponía en riesgo la seguridad económica de millones de familias, condenadas a la explotación o al paro. Por eso, uno de los principios de la revolución de Gandhi se expresaba en el trabajo compartido, igualitario, que, en su tiempo, se concretaba en las hilanderías manuales. Aquel modeló quedó superado, la India se está convirtiendo en un país industrial de primera magnitud, pero los ideales propios de Gandhi (igualdad en el trabajo, trabajo humanizado) siguen siendo fundamentales. Si esos principios se olvidan, la India perderá su espíritu, el mundo acabará destruyéndose.
3. Superación de las drogas y el alcohol. Gandhi vivía impresionado por un mundo en el que la abundancia y la búsqueda de placeres inmediatos se traducen en forma de consumo de estupefacciones (drogas, alcohol), que terminan destruyendo la autonomía de las personas. Fue un hombre austero, casi un asceta. Pensó que la grandeza de la vida se expresa en formas de amistad y comunicación personal y de oración y/o cultivo del misterio religioso. Abandonado a los diversos tipos de “drogas”, el ser humano se destruye. Para nada sirve la independencia de la India, si los hombres y mujeres quedan esclavizados por un tipo de deseos destructores. Por eso, a juicio de Gandhí, la auténtica independencia brota de la madurez interior, expresada en forma de autonomía personal y de respeto humano. No se trata de prohibir por la fuerza el alcohol y las drogas, sino de crear una sociedad donde no sean ya centrales, donde no sean necesarias.
4. Amistad entre hindúes y musulmanes. Gandhi era hindú, amaba las tradiciones religiosas de su pueblo. Pero, por encima de esas mismas tradiciones, ponía la armonía de las diversas tradiciones religiosas. Fue amigo de cristianos, fue admirador de los musulmanes. Quiso un Estado de la Gran India que fuera multiétnico, multi-religioso, con hindúes y musulmanes (y cristianos y budistas) hermanados, desde el fondo de sus identidades religiosas. No lo consiguió. Pudieron más los intereses y fundamentalismos. Se dividió la India en dos estados (India y Pakistán [dividido luego, a su vez, en otros dos estados: Pakistán y Bangla Desh]). Por eso la independencia por la que había luchado se convirtió para él en día de tristeza. Tras sesenta años el problema sigue. La herencia de paz que quiso Gandhi no se ha logrado todavía.
5. Igualdad entre hombres y mujeres. Todos los demás aspectos de su programa político y social terminarían siendo ineficaces si no hubiera una profunda reconciliación en igualdad entre hombres y mujeres. La tradición de la India y muchas tradiciones del Islam parecían ir en contra de la liberación de la mujer, de la igualdad entre hombres y mujeres. Pues bien, en contra de esas posibles tradiciones, buscando las raíces de la libertad humana y religiosa, Gandhi fue siempre partidario de la igualdad entre hombres y mujeres. Así lo fue descubriendo, sobre todo, por en influjo de su esposa Kasturbai, que fue su verdadera maestra y compañera, que murió en la cárcel, poco antes de la Independencia de la India, dejando a Gandhi solo, pero lleno de su recuerdo, comprometido a buscar la unidad e igualdad entre hombres y mujeres.
Un fundamento común: la no-violencia, el cuidado por los últimos.En la base de esos cinco pilares, como mano donde se conectan los cinco dedos , estaba para Gandhi la no-violencia, vinculada a su experiencia religiosa y a su compromiso a favor de los últimos, de los pobres, de los descastados. Así traducía el principio del amor al prójimo: "En cualquier momento de duda, o cuando te buscas demasiado a ti mismo, aplícate el siguiente test: recuerda el rostro de la persona más pobre y más débil que haya visto en tu vida y pregúntate a ti mismo si la determinación que va a tomar le servirá a él de algo. ¿Saldrá beneficiado de algún modo por ella? ¿Le ayudará a tomar el control sobre su propia vida y destino? En otras palabras: ¿ello servirá como medio de “swaraj” [autonomía, autocontrol] para los millones de hambrientos y de personas que están muriendo espiritualmente? Verás entonces que desaparecen tus dudas y podrás superar tu egoísmo."De un modo especial, en la última parte de su vida, Gandhi centró su existencia en el empeñó de ayudar a los pobres, queriendo mantenerse siempre solidario con ellos. El poder del amor de Gandhi provenía de lo que él llamaba satyagraba, palabra sánscrita que significa “fuerza de la verdad” y que lleva a resistir a la falta de verdad con medios verdaderos. Sólo a través de esos medios, se dedicó a buscar la reforma social, aunque ello implicara persecución, sufrimiento y muerte.
Uno de los objetivos básicos de Gandhi fue abolir el sistema de casta de la India, con sus intocables. Él creía que la existencia de los intocables era contraria al credo hindú y constituía un serio crimen en contra de la humanidad . El 20 de septiembre de 1932, en la celda de su prisión, comenzó un ayuno a muerte “para promover la abolición del sistema de castas que legaliza la existencia de los intocables”. Él creía que si una persona quiere alcanzar las alturas de la divinidad tiene que tocar los abismos de la humanidad y hacerse uno con los millones de personas que mueren de hambre”.
Por encima de las restantes cosas, la oración fue para Gandhi algo esencialmente importante. Sus esfuerzos por ponerse en armonía con los cielos fueron ayudados en gran medida por su estricta vida de oración, de meditación, de ayuno y de estudio de la Escritura. Él solía emplear una hora en oración antes de la salida del sol y otra hora de oración por la tarde. Durante las dos últimas décadas de su vida, además de las dos horas de oración diarias, él empleaba un día a la semana en soledad, esperando alcanzar la auto-realización y la unión con lo divino. Él reconocía que la humanidad emplea mucha energía intentando dominar y dirigir los principios de la naturaleza externa, pero muy poco tiempo para desplegar las verdades más profundas de la naturaleza humana.
Había vivido a favor de los pobres de su pueblo y del mundo. Pero los representantes del fundamentalismo social y religioso le mataron, un día, el 30 de Enero de 1948.
Fuentes:
(Parte del tema se inspira en D. G. Groody, Glabalization, Spirituality and Justice, Orbis, New York 2007). Xabier Pikaza Ibarrondo
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