Eliminando pobreza a bajo costoPor Mario Osava
La ayuda en dinero a los más pobres, condicionada a ciertas conductas, ha dado frutos en América Latina, con costos fiscales poco elevados.
El éxito de países pioneros en reducir la desigualdad y la pobreza con recursos relativamente bajos, expandió en América Latina los programas de ayuda directa en dinero, con foco en las familias más vulnerables, especialmente rurales.
La llamada "transferencia condicionada de ingresos" oculta muchas diferencias en las estrategias adoptadas en más de una docena de países latinoamericanos. Son masivas en Brasil y México pues llegan, respectivamente, a 11,1 millones y cinco millones de familias pobres.
El programa chileno “ Chile Solidario”, creado en 2002, atiende hoy a 290.000 familias, casi 40 por ciento rurales. “La incidencia es mucho mayor en zonas rurales porque si quieres encontrar al más pobre entre los pobres de Chile sólo tienes que buscar a una mujer jefa de hogar de una zona rural y que además sea indígena”, explicó Silva.
“La reducción en pobreza e indigencia fue de 20 por ciento para los hogares rurales beneficiarios del sistema”, según la última evaluación del Banco Mundial, que provee asistencia técnica a Chile Solidario. Datos oficiales indican que en 2006, “por primera vez, la incidencia de la pobreza en áreas rurales fue inferior a la de áreas urbanas (12,3 y 14 por ciento)”.
El Banco Mundial estima que Chile Solidario es responsable de 18 por ciento de la reducción de la indigencia y de 35 por ciento de la pobreza.
La brasileña Beca-Familia, creada en 2003 unificando programas sociales de los años 90, alcanzó su meta de atender a 11,1 millones de familias en 2006. Ofrece mensualmente entre 10,5 y 100 dólares a cada grupo familiar, condicionados a la asistencia escolar de los hijos, cuidados de salud y nutrición.
El programa logró reducir en 21 por ciento la desigualdad entre ricos y pobres entre 1995 y 2004, resultado idéntico al de Oportunidades en México, según el Centro Internacional de Pobreza del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
Entre 1993 y 2006, los pobres brasileños pasaron de 35,3 por ciento a 19,3 del total de habitantes. La Beca-Familia y el programa Beneficio Continuado, una pensión a ancianos y minusválidos, tuvieron “un papel fundamental” en ese logro, dijo el experto en políticas sociales Marcelo Neri, de la Fundación Getulio Vargas.
Sólo en 2006, cerca de 5,8 millones de personas dejaron de ser pobres en este país de unos 188 millones de habitantes.La pobreza en el campo se redujo de 63,7 a 40,9 por ciento entre 1993 y 2006. La jubilación social rural, asegurada constitucionalmente incluso a los trabajadores informales, ofrece hoy un salario mínimo (245 dólares) a 7,7 millones de campesinos y también contribuyó a ese resultado, pese a su costo fiscal elevado.
La Beca-Familia presenta los mejores resultados con el costo proporcionalmente más bajo, de sólo 0,7 por ciento del producto, destacó.
Ésta beneficia a los niños, en contraste con los ancianos jubilados, y dinamiza la economía local, ampliando un mercado de alimentos producidos por pequeños agricultores, acotó.
Así se reduce también la pobreza rural. La adquisición de alimentos es el principal destino de la beca, lo que promueve la agricultura familiar y el pequeño comercio local, apuntó Rosani Cunha, secretaria de Ingreso de Ciudadanía del Ministerio de Desarrollo Social.
Fue en México donde surgió en 1997 el primer programa masivo de transferencia condicionada de ingresos bajo el nombre de Progresa, luego sustituido por Oportunidades, en respuesta a la crisis económica de 1994 y 1995.
Entre 2000 y 2006 la pobreza mexicana cayó de 53,6 a 42,6 por ciento y la mortalidad infantil disminuyó 11 por ciento, en gran parte gracias al programa que empezó con 300.000 familias y hoy ayuda a cinco millones en 96.000 localidades marginadas, 86 por ciento rurales.
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